Un día como hoy pero de 1990 moría el talentoso basquetbolista de Atenas Carlos Cerutti. El Palo falleció en la clínica Sucre tras 13 días de agonía luego de sufrir un brutal accidente en cercanías a su Morteros natal, el 21 de abril de ese mismo año.
Su trágico fallecimiento caló hondo en una Córdoba conmovida por el intempestivo final de una de las mayores promesas del deporte argentino, que partió de este mundo con apenas 21 años de edad.
Sin embargo, y pese a que en su corta carrera jugó únicamente en Atenas, Cerutti dejó una huella imborrable. Dueño de una exquisita altura de 2,04 metros y de un enorme talento pelota naranja en mano, Carlos Cerutti fue un jugador hecho a medida del deporte argentino.
Nacido un 12 de febrero de 1969 en la localidad cordobesa de Morteros, disputó seis temporadas en Atenas, cuya camiseta vistió en 148 partidos y ganó la edición 1987/88 de la Liga, que lo consagró y en la que compartió plantel con otros grandes jugadores como Héctor Campana, Marcelo Milanesio, Donald Jones y Diego Osella, entre otros. Y claro está, tenía proyección nacional. De hecho, era una fija en el equipo argentino que jugaría el mundial de Básquet en nuestro país.
No sólo eso, sino que además en esa llave final de la temporada que quedó en manos de los de General Bustos tras derrotar a River, Cerutti fue elegido como el jugador más valioso (MVP).
A sus 21 años recién cumplidos, el Palo pintaba para estrella. Hoy, en homenaje, el estadio de Atenas lleva su nombre.
Sin embargo, una fatalidad del destino truncó su carrera en ascenso. Estaba convencido de que lograría bajar de peso, tal como le había prometido al DT del Griego, Walter Garrone, y potenciar aún más su enorme talento como baloncestista. El Palo quería seguir creciendo a toda costa.
El Peugeot 504 al que se subió ese 21 de abril de 1990 rumbo a Porteña (a 259 kilómetros de la capital) chocó contra un guardarraid. Cerutti quedó gravemente herido. Fue trasladado de urgencia a la clínica Córdoba de su Morteros natal y horas después, aún con vida, a la clínica Sucre de la capital provincial, donde trabajaba como médico Felipe Lábaque, a la postre presidente del club de General Bustos (aún hoy ocupa dicho cargo).
Su familia, sus amigos y sus compañeros de plantel, todos, absolutamente todos, se habían aferrado a la fe de que Cerutti se recuperaría. Sin embargo, con el correr de los días el cuadro empeoró y con autorización de su familia, le fue amputada la pierna izquierda. El 3 de mayo, tras 13 días internado, su cuerpo dijo basta.
No faltaron los homenajes para Carlos el Palo Cerutti. De hecho, hoy a tres décadas de su desaparición física, su recuerdo sigue más vivo que nunca. Es que dos estadios en la provincia de Córdoba llevan, honrados, su nombre: uno es el Polideportivo más famoso de la capital, ubicado sobre calle Pinzón y en el que el Verde de General Bustos hace las veces de local, con capacidad para 3 mil espectadores.
Así luce el Polideportivo que la Municipalidad de Córdoba bautizó con su nombre. El Carlos Cerutti ha sido testigo de grandes hazañas del Griego.
Y también lleva su nombre el estadio de 9 de Julio de su Morteros natal, equipo que lo enamoró del básquet aún siendo un niño y que años más tarde lo eyectó a Atenas a sus 15 años.
Quienes tuvieron la dicha de conocerlo a Cerutti, aseguran que era mucho más que un jugador de básquet. Porque además de deportista, era hijo, hermano y amigo. Y de los buenos. Un flaco bonachón de más de 2 metros de altura dueño de un gran talento pero también de otras grandes anécdotas junto a quienes lo quisieron, y aún atesoran en sus corazones esos recuerdos de que quien fuera, para los amantes del básquet y del deporte, un brillante jugador, al que en pleno ascenso, una fatalidad lo truncó.
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