Qué fueron para Instituto cada uno de los ídolos elegidos por los hinchas para inmortalizarlos en las tribunas de su estadio
(Fotomontaje de Oscar Roldán - MundoD).
Desde ayer, las tribunas del Monumental de Alta Córdoba, el estadio de Instituto, llevan (cada una) el nombre de sus cinco mayores ídolos. Esto, tras la votación vía online que impulsó la institución a través de su página oficial hace un puñado de días, y que finalizó en las últimas horas de este martes 30 de junio.
De esta manera, la platea alta quedó bautizada como Mario Alberto Kempes; la Baja llevará el nombre de Osvaldo Ardiles; la Preferencial Sucre quedó para Diego Klimowicz, mientras que las populares se repartirán entre Daniel "Miliki" Jiménez (Sur) y Salvador Mastrosimone (Norte). Los vestuarios, mientras tanto, serán ambos bautizados de la siguiente manera: el local pasará a llamarse Héctor Rivoira, mientras que el visitante, Ernesto Corti.
Ahora bien, ¿qué significaron cada uno de estos jugadores para la historia albirroja, y porqué dejaron una huella imborrable en el verde césped de Jujuy y Sucre? Enterate a continuación:
Mario Alberto Kempes. Nacido un 15 de julio de 1954, pisó Alta Córdoba por primera a los 17 años luego de un extenso viaje en colectivo desde su Bell Ville natal. En su primera prueba marcó dos goles en 15 minutos y quedó contratado. Jugó en el club durante todo el Nacional 1973 luego de conducir al equipo, un año atrás, a la conquista de la Liga Cordobesa después de seis años de sequía para el club. Con 11 goles en 13 partidos en Primera, el "Matador" rápidamente se ganó un lugar en los corazones rojiblancos. Al año siguiente se marchó a Central y al poco tiempo fue campeón del mundo con la Selección Argentina en el Mundial '78, siendo él el máximo goleador de aquel certamen. De Alta Córdoba al mundo, en cada lugar en el que estuvo, llevó la bandera del club bien alto y jamás renegó de su condición de hincha.
Osvaldo Ardiles. Mediocampista vistoso y elegante, uno de esos de "potrero", jugó 151 partidos y marcó 26 goles con la camiseta de Instituto entre 1969 y 1975. Surgido de las divisiones inferiores del club, integró aquel equipo junto a Kempes que ganó la LCF en 1972, y fue uno de los talentos que alcanzó notoriedad en el Nacional '73. Compartió título mundial con el "Matador" en el '78, y mucho más cerca en el tiempo, fue clave para evitar el remate del predio de La Agustina. Semanas atrás un grupo de socios ingresó un pedido formal a la CD para que toda la cancha -hoy llamada Juan Domingo Perón-lleve su nombre.
Diego Klimowicz. Dueño de una enviable altura de 1,91 metros, llegó a Instituto desde su Quilmes natal. Tuvo un exitoso primer paso en Instituto comprendido entre 1993 y 1996, en el que marcó 44 goles para luego marcharse al fútbol europeo. Sin embargo, tal como alguna vez había prometido, volvió a Córdoba en 2011 para retirarse en el club en el que forjó su carrera: así totalizó 95 partidos con la rojiblanca. Hasta hace no mucho tiempo fue manager en la institución.
Daniel "Miliki" Jiménez. Hincha de Instituto de pura cepa, se enamoró de los colores al recalar en el club luego de su formación en Peñarol de Rafaela, su ciudad natal. Brilló en Alta Córdoba entre fines de los '90 y principios del '00, regresó en la temporada 2004/05 y un tiempo después volvió a calzarse la rojiblanca para retirarse en Instituto. Alto, tozudo, goleador empedernido, pelota que le llegaba, tenía destino de red: es el segundo máximo goleador del club en torneos de AFA, detrás de Oscar Dertycia (93). En 2014 fue DT del primer equipo.
Salvador Mastrosimone. El "Mastro" es una de esas tantas leyendas vivientes que con frecuencia suelen escucharse en los pasillos del Monumental. Mediocampista, atrevido para encarar, fue un jugador de esos que ya no quedan. Llegó a Alta Córdoba en años posteriores a la explosión de Kempes y Ardiles y se quedó hasta el '83, cuando fue vendido a Colombia. Autor de 41 goles con la camiseta del Albirrojo, fue pieza clave de los planteles de los ascensos en 1979 y 1980. Hoy, completamente retirado del mundo del fútbol, vive con lo puesto en una modesta casa de las Sierras Chicas. El "boca a boca" trasladado de generaciones anteriores a actuales fue clave para su elección.
Héctor Rivoira. De carrera como futbolista sin mucho éxito, fue un entrenador nacido para dirigir en el ascenso. Llegó a Instituto allá por el 2002 con una larga trayectoria bajo el brazo, y condujo a un equipo que jugaba y ganaba en buena ley, al que llevó por ejemplo a ganar el Apertura de la B Nacional en 2003. Después de este logro, se fue por la puerta grande prometiendo "volver". Así fue: tras la salida de Ricardo Rezza en '04, ni dudó cuando lo contactaron y pegó la vuelta para ascender con la Gloria un 19 de junio de aquel año en una histórica final frente a Almagro, lo que lo consagró como ídolo del club. Después tuvo otras dos etapas como DT, aunque sin éxito. Para lamento del mundo Instituto, una cruel enfermedad se lo llevó a los 59 años el pasado 14 de agosto de 2019.
Ernesto Corti. Descubierto por el histórico cazatalentos del club, Santos Turza, "Carucha" debutó de la mano del ex arquero Hugo Trucchia en aquel torneo de 1982 en que también vio luz Oscar Dertycia. Fue un elegante mediocampista de salida limpia, buen juego al ras y duro de roer a la hora del choque físico. Allá por fines de los '90 era un jugador más que entrenaba a la par de sus compañeros cuando el DT pegó el portazo y él decidió, de un día para otro, colgar los botines y convertirse en entrenador. La apuesta no podría haber salido mejor: bajo las órdenes de "Carucha", Instituto ascendió a Primera un emocionante 19 de junio de 1999 en cancha de River frente a Chacarita. Hoy por hoy, mantiene un ritmo de vida alejado de lo que pasa en Alta Córdoba pero de vez en cuando suele darse una vuelta por el club.
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