Marcos vivía en Mendiolaza, al igual que su grupo de amigos, y como eran menores de edad, sabían que no podían ingresar a ninguno de los boliches de la zona, por lo que ya tenían decidido qué hacer: jugar al metegol y tomar unas gaseosas en el kiosco "Vía Núñez", ubicado en Rafael Núñez al 4700, al lado de Galería Portofino.
Marcos Spedale, el primero de derecha a izquierda (con remera clara), junto a su papá Héctor y un grupo de amigos.
Los chicos compartieron un grato momento hasta que entrada la madrugada, emprendieron el regreso a casa y comenzaron a caminar por la Rafael Núñez, cuando el destino cruzó a Spedale con la muerte.
Todo empezó con un desafiante "¿Qué miras?" por parte de uno de los integrantes del grupo que terminaría acabando con la vida de Marcos. Pero como Spedale y sus amigos no respondieron, estos otros jóvenes se irritaron, por lo que continuaron gritándoles e insultándolos.
En un momento, uno de los amigos de Marcos recibió un golpe, por lo que Spedale intentó defenderlo, aunque sin golpear a nadie. "¿Por qué pegan, no ven el tamaño que tiene?", les dijo Marcos luego de que intentaran lastimar a uno de sus amigos. Segundos después, Spedale y su grupo empezaron a huir del lugar dando cuenta de que estos hombres querían lastimarlos.
Y así fue como en plena corrida, Marcos, que llevaba ojotas, cayó al suelo. Allí, esta patota le propinó una brutal paliza de casi cinco minutos de duración que incluyó golpes de puño y patadas, una de ellas en la cabeza, la que le produjo la muerte. Uno de sus asesinos, con conocimientos en artes marciales, le tapó la cara con su remera para inutilizarlo y evitar que se defienda, mientras el resto intentaba evitar que los amigos de Marcos ayudaran a su amigo a escapar de la situación. Posteriormente, la autopsia determinó que Spedale murió "broncoaspirado" a raíz de la hemorragia causada por los feroces golpes recibidos.
Todo esto ocurrió en avenida Rafael Núñez al 4800, casi esquina Ávila y Zárate, a metros de la Mujer Urbana y ante la atónita mirada de un grupo de personas que esperaban el colectivo en la parada ubicada en la vereda de enfrente. Marcos murió en la vía pública, en la vereda de donde funcionaba el restó bar "Abasto", actualmente un local gastronómico dedicado a la venta de sushi, bajo otro nombre.
La reconstrucción. No fue riña, sino ataque de siete personas contra uno. El abogado de Spedale logró probar que Marcos no participó de ninguna pelea, sino que él fue ferozmente atacado. El caso guarda similitudes con el de Fernando Báez Sosa, en Villa Gesell.
A los asesinos de Marcos se los llamó mediáticamente "patota de chicos bien", ya que la mayoría asistían a renombrados colegios privados de la ciudad de Córdoba y además pertenecían a familias de acomodada posición económica. Por ejemplo, Federico Carranza Rodríguez, uno de los mayores de edad al momento de matar a Spedale, era hijo de un reconocido dirigente radical, Héctor "Cocó" Carranza; y Pelliza, el principal involucrado, hijo de una funcionaria del Gobierno provincial. Únicamente dos de los siete asesinos tenían madres que se desempeñaban como empleadas domésticas.
Esta patota ya tenía antecedentes violentos en la vía pública, al punto de que en agosto de 2004, a la salida de un boliche habían golpeado ferozmente a un joven, y en la madrugada del 1° de enero de 2005, una semana antes de matar a Marcos, a otro muchacho al que le provocaron la fractura de su tabique. Sin embargo, ninguno tenía antecedentes penales.
El juicio contra los siete asesinos de Marcos empezó más de un año después, en octubre de 2006, bajo la modalidad oral pero no público, ya que la mayoría de los implicados eran menores de edad. Es decir, no se permitió el ingreso de personas a excepción de familiares de la víctima y sus abogados, al igual que los defensores de los acusados. Muchos de los que habían dado muerte a Spedale eligieron a renombrados abogados, tal es el caso de Carlos Hairabedian, quien asumió la defensa de dos de los jóvenes, mientras que la familia Spedale dejó la querella en manos de Miguel Ángel Ortiz Pellegrini.
Pelliza y Carranza, en el banquillo de los acusados. El juicio duró dos meses y terminó con uno de ellos tras las rejas. La posición económica de sus familias influyó a la hora de que la Justicia tome la decisión de absolver a uno de ellos.
El veredicto se leyó en noviembre de ese mismo año y la Cámara 10ma. del Crimen condenó a Pelliza a 15 años de prisión, mientras que absolvió a Carranza Rodríguez, el otro de los mayores involucrados. Respecto a los menores, que eran cinco, tres fueron condenados pero quedaron bajo tutela de un Instituto de Menores mientras que los otros dos resultaron absueltos.
De los condenados, únicamente Pelliza lo fue por "homicidio simple", pena cuya condena va de los 8 a los 25 años de cárcel. La querella había pedido 22 años para Pelliza, que finalmente recibió 15.
En diciembre de 2012, uno de los asesinos de Spedale, cuya identidad la Justicia no divulgó pero se supo que se trataba de Franco Nahuel Juncos Igarzábal, fue condenado a 2 años de prisión por golpear salvajemente a su novia y ocasionarle la pérdida del embarazo de tres meses que llevaba, en noviembre de 2010. Al momento de ocurrido el hecho, Juncos se encontraba en libertad condicional por matar a Spedale y además tenía un antecedente por robo.
Héctor, padre de Marcos, encabezó los pedidos de justicia por su hijo junto a su esposa, Silvina. El hombre enviudó a fines de 2017.
Tiempo atrás, Héctor Spedale, padre del joven, reveló que Luciana, una de sus hijas de un matrimonio anterior y hermana mayor de Marcos, le contó que se cruzaba frecuentemente con los asesinos de Spedale en reconocidos boliches de la zona norte de la ciudad o en estaciones de servicio cercanas.
Hoy, a 17 años del brutal crimen, todos los asesinos del adolescente de 16 años se encuentran en libertad y rehicieron sus vidas, al punto de que Pelliza toca la guitarra en una banda. El resto se muestra sin tapujos en sus redes sociales.
Héctor siempre valoró el accionar del camarista Juan José Rojas Moresi, quien se opuso a que Carranza, el otro dos de los mayores que mataron a su hijo, fuese absuelto, al mismo tiempo que apuntó contra Susana Guastavino y Nora Giraudo de Romero, las juezas de menores que otorgaban salidas -"primero quincenales y después, mensuales", contó Spedale- a los condenados por el crimen.
A fines de 2017, la mamá de Spedale fue hallada ahogada en su casa de Mendiolaza al desvanecerse mientras se bañaba en la pileta de la casa familiar. La encontró una de sus mucamas, quien contó que padecía diabetes, lo que le podría haber provocado el desvanecimiento previo a su muerte. Cercanos a la mujer, fallecida a los 53 años, revelaron que desde hacía un año podía hablar de su hijo sin llorar desconsoladamente.
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