El unquillense es incluso hasta hoy el último campeón local del Abierto de Buenos Aires. Schwartzman asoma como la máxima promesa para dar vuelta la historia.
Parece mentira, pero la última vez que un argentino fue campeón sobre el polvo de ladrillo del Buenos Aires Lawn Tennis Club fue hace 12 años, o en su defecto 11 torneos atrás. El último fue David Nalbandian, en 2008, venciendo en la final a su compatriota, José Acassuso, en tres sets.
Luego de la consagración del cordobés, a partir de 2009 hasta la fecha todos los campeones fueron europeos: el español David Ferrer fue campeón tres veces, sus compatriotas Rafael Nadal, Tommy Robredo, Juan Carlos Ferrero y Nicolás Almagro lo ganaron una vez, el austríaco Dominic Thiem gritó campeón en dos oportunidades, el ucraniano Alexander Dolgopolov también levantó el título en una ocasión y en 2019, el cetro quedó para el italiano Marco Cecchinato, en ese entonces top 16 del mundo.
Este año, si la suerte acompaña todo parece estar dado para que la corona se quede en casa. No es para menos: el cuadro, en gran parte, acompaña.
Para dar un ejemplo, antes del inicio se dieron de baja dos tenistas top 10 y de alto nivel: el propio Thiem y el italiano Mateo Berrettini, actual n°8 del ranking. En los papeles, ambos asomaban como los máximos candidatos al título pero una vez que anunciaron sus retiradas las fichas comenzaron a moverse.
Sin embargo, aún quedaban otros dos singlistas no pertenecientes a la Legión argentina con ganas de gritar campeón en la cancha central llamada Guillermo Vilas: el chileno Cristian Garín (campeón del ATP Córdoba, el último domingo) y el español Fernando Verdasco, ex n°7 del mundo y campeón de la Copa Davis 2008 en nuestro país.
Para sorpresa del público, este martes ambos anunciaron que no serán de la partida: el trasandino alegó inconvenientes físicos y Verdasco, síntomas de una enfermedad. Ante estas bajas en plena competencia, el cuadro continuó su curso en favor de los argentinos.
Por citar un ejemplo, a cuatro días de la final son cinco los representantes argentinos que sueñan con reeditar el éxito de Nalbandian en 2008: el primer preclasificado y máximo candidato Diego Schwartzman; el bahiense Guido Pella; el cordobés Juan Ignacio Londero; el rosarino Facundo Bagnis y el azuleño Federico Delbonis.
De esos cinco este miércoles quedarán cuatro, ya que habrá un cruce argentino: Pella-Bagnis, lo que también ubica a un local entre los ocho mejores del certamen. Este martes, en el segundo día de actividad, el jesusmariense Juan Ignacio Londero dio una enorme muestra de carácter ante el eslovaco Filip Horansky y se quedó con su primer triunfo en suelo porteño desde que es profesional. Así, avanzó a octavos, donde tendrá "revancha" con el serbio Laslo Djere, su verdugo en cuartos de final en Córdoba.
Por otra parte, el jueves otro argentino también deberá decir adiós, ya que el rival de Schwartzman será el propio Delbonis. El cruce, que marcará el debut del subcampeón vigente, ocupará el horario central de la pista Guillermo Vilas y su arranque está previsto no antes de las 21.
Muy lejos están estas líneas de quitar mérito o desconfiar de las posibilidades de que un tenista no argentino se sume a la lista de campeones en el Lawn Tennis: asoman también el serbio Djere, que viene de un buen nivel en Córdoba; el español Albert Ramos Viñolas (verdugo de Mayer); el croata y cuarto preclasificado Borna Coric; y Pablo Cuevas, el uruguayo al que las pistas sudamericanas siempre le sientan bien (de sus 6 títulos ATP, 4 los ganó en esa superficie, en Brasil).
Para bien de los argentinos, este martes quedó eliminado el campeón defensor del título, Cecchinato, que cayó en tres sets frente al español Roberto Carballés y con motivo de su temprano adiós, no solo no podrá defender la corona, sino que además dejará su lugar n°73 en el ranking para salir del top 100 por primera vez en mucho tiempo.
La definición de esta edición del Argentina Open marcará, en gran parte, el rumbo de nuestro tenis. En otras palabras, permitirá, una vez terminado, arrojar definiciones acerca de cuán alto pueden llegar nuestros representantes más aún de locales y si la negativa racha de 11 años sin campeones argentinos acaba de una vez por todas.
Será cuestión de aferrarse a la ilusión y claro está, a que los argentinos le hagan frente a otros poderosos del siempre cambiante circuito ATP.
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