Recibida a estadio lleno, derrotas de local, goleadas como visitante, peleas y hasta un trono: crónica del paso de Maradona por Gimnasia
Diego dejó este martes de ser el DT del Lobo y el domingo contra Arsenal dirigirá una dupla interina. La ausencia del actual presidente Pellegrino en las elecciones del fin de semana venidero fue el detonante de su salida de La Plata. Radiografía de su tan explosivo como fugaz paso por Estancia Chica.
"El que no salta es un inglés" cantó todo el Juan Carmelo Zerrillo aquel domingo 8 de septiembre mientras Diego Armando Maradona posaba como un Dios desde la mitad de la cancha ante los más de 20 mil hinchas triperos que dijeron presente al rayo del sol para darle la bienvenida al mejor jugador de todos los tiempos, ahora en su flamante -e improvisada- función de entrenador.
El cántico generalizado claramente tenía un único destinatario: Juan Sebastián Verón, ídolo de Estudiantes de La Plata y actual presidente del club pincha, sobre quien pesa un casi insoportable estigma de que en el mundial de Corea y Japón 2002, cuando vestía la camiseta de la selección Argentina y enfrentaba a Inglaterra, tiraba la pelota afuera en un par de ocasiones para beneficiar a los europeos, en años en que jugaba en el Manchester United, precisamente de la liga inglesa.
Recientemente operado de una sus rodillas y visiblemente imposibilitado de caminar con facilidad, pelota en mano, Maradona se unía al coro de hinchas del Lobo que no perdían ocasión, incluso en tan importante acontecimiento propio, de acordarse de su eterno rival y de paso enviarle alguna que otra dedicatoria a la "Brujita", fuertemente enemistado con Diego.
Ese día, Maradona volvió a pisar el verde césped de una cancha argentina después de casi una década, lapso transcurrido entre su conflictiva salida de la selección Argentina luego de que el ya fallecido presidente de la AFA Julio Grondona le pida remover algunos de sus ayudantes, a lo que el nacido en Villa Fiorito se negó y pegó el portazo.
9 años después de aquel alejamiento de la Albiceleste -renuncia de Riquelme al equipo mediante- Maradona fue tentado por Gabriel Pellegrino, presidente de Gimnasia y Esgrima, para regresar a la dirección técnica en su país y enderezar el rumbo del equipo, que marchaba (y aún marcha) en el fondo de la tabla de posiciones y al borde del descenso directo.
No porque el currículum de Maradona significase la gran cosa ni mucho menos. De hecho, venía de una última experiencia en el Dorados de Sinaloa, de la segunda categoría del fútbol mexicano y al que no logró subir a Primera. Pero tanto Pellegrino como sus secuaces estaban convencidos de que Diego era el indicado, más allá de sus éxitos o fracasos sentado en el banco de suplentes.
Y convencidos de ello, Maradona puso el gancho en una publicitada reunión que mantuvo junto al pope tripero y Matías Morla, su abogado y hombre de extrema confianza. Debutaría el fin de semana siguiente a la multitudinaria presentación ante el último campeón, Racing -también lo dirigió, en los años '90-, el domingo 15 de septiembre, y en busca de tres vitales puntos que le permitieran al equipo engrosar su magro promedio y también oxigenar su futuro.
Como quien no quiere la cosa, el debut fue con derrota. 1-2 ante la Academia del Chacho Coudet a plena luz de domingo y estreno con el pie izquierdo para el Pelusa en el Lobo. Se trató, indudablemente, de una derrota, que quizá los hinchas no tomaron con tanta gravedad simplemente por tener a Maradona sentado en el banco. Creer o reventar.
A la fecha siguiente, el Diego y sus dirigidos viajaron a Córdoba para visitar al Talleres de Alexander Medina, que venía de ganarle en el Monumental a River, y marchaba bien en el actual torneo. Su primera salida de La Plata como DT estuvo marcada por el asedio periodístico y la fuerte necesidad de sus fanáticos de tenerlo cerca, aunque sea observándolo a través de la ventanilla del micro que traslada al plantel.
Curiosamente ante el Matador fue que Maradona había debutado profesionalmente como jugador, allá por 1977, cuando tenía apenas 17 años y buscaba hacerse un lugar entre los convocados por César Luis Menotti para el mundial del año siguiente. Y como era de esperarse, Talleres lo recibió con un multitudinario trapo colgado en una de sus coquetas tribunas y un ingreso a lo estrella que le permitió a un grupo de niños llevarse un saludo de manos del Diego.
En cancha, sus dirigidos no exhibieron una gran versión y el local se quedó con el triunfo por 2-1. Segunda derrota en igual cantidad de partidos, y primeros murmullos acerca de la falta de cosecha de puntos por parte de Diego Armando como entrenador del Lobo.
Luego le tocó enfrentar al River de Marcelo Gallardo, rival ante el que casi no opuso resistencia y le terminó propinando una derrota en condición de local por 2-0. "Con River no se puede", se excusó Diego al finalizar el partido. Hasta el momento llevaba sumados 0 puntos sobre 9 en juego, y la situación de Gimnasia era cada vez más comprometida.
Recién para el primer fin de semana de octubre llegaría el primer triunfo tripero de la mano del Diego: de visitante, ante Godoy Cruz por 4-2 y con un golazo de tiro libre de Víctor Ayala que el propio Maradona siguió atentamente sentado nientras sus principales asistentes, Sebastián Méndez y Adrián González bajaban línea a los jugadores.
Fue un triunfo que se festejó como un triunfo puertas adentro del plantel, con un Diego bailando, pese a sus limitaciones, en el vestuario junto a sus dirigidos. En el vuelo de regreso a La Plata, según aseguran, continuaron los festejos.
Al fin de semana siguiente tocaría Unión de Santa Fe, que le propinó otro golpe de local y a través de un ex tripero, Ezequiel Bonifacio, se llevó un triunfo del Bosque, sitio que no le venía sentando para nada bien a Gimnasia desde el arribo de Diego, pero ahora con consecuencias mucho más complejas.
Días después del triunfo electoral del binomio Fernández-Fernández que él mismo apoyó, Maradona también volvió a sonreír: 4-0 frente a Newell's en Rosario, tierra natal de Lionel Messi y en la que él mismo supo jugar allá por mediados de los '90, antes del dopaje en el mundial de EEUU.
El DT rival, Frank Darío Kudelka, explotó por la recibida a Diego, tanto por parte de las autoridades como del público. "Esta fiesta se podría haber hecho en otro momento", aseveró el ex Talleres post partido, visiblemente molesto, tanto por el 0-4 como por el aliento a Maradona en la antesala del pitazo inicial. Sin ir más lejos, desde la dirigencia leprosa le acercaron a Diego un trono desde el que siguió el partido, lo que fue considerado un "exceso" por la oposición rojinegra y algún que otro amante del fútbol.
Para el fin de semana siguiente tocaría Estudiantes de La Plata, clásico rival del Tripero, pero quien le lleva una considerable diferencia de partidos en lo que va del historial. Mateo Retegui, surgido de las filas de Boca e hijo de un histórico entrenador de Las Leonas, Chapa Retegui, le aguó la fiesta a los gimnasistas en una nueva edición del clásico platense que otra vez quedaba para los albirrojos. Dura derrota del Lobo en un partido al que no le faltó nada. Como no podía ser de otra manera, Maradona perdió el eje en varios pasajes del partido y en uno de ellos se cruzó feo con la Gata Fernández, referente del equipo rival. "¿Qué te hacés el guapo, si saltas un metro?", le tiró el campeón mundial '86 al ex River, que le retrucó: "¿Qué pasa, te gustan las cámaras?".
La discusión, para bien de ambos, quedó allí, aunque eso no evitó que fuese tema de debate nacional durante el fin de semana siguiente al triunfo kirchnerista en las urnas y la anticipada salida de Mauricio Macri, enemistado con Diego desde mediados de los noventa, cuando Mauricio dirigía las riendas del Xeneize y Maradona gastaba sus últimos cartuchos como futbolista.
Sin saberlo, el 10 de noviembre, el Pelusa dirigiría su último partido como entrenador de Gimnasia, frente a Aldosivi, en Mar del Plata, y que terminaría ganando el Lobo con otro contudente triunfo en calidad de visitante: 3-0 con goles de Coronel, Ramírez y García, a través de un penal que únicamente vio el árbitro.
En la conferencia de prensa post triunfo frente al Tiburón, Maradona sentenció: "El presidente me va a tener que echar para que me vaya. De Estancia Chica me tiene que sacar Gendarmería". Las frases, explosivas al estilo del Diego, resonaron fuertemente porque además respaldó sin titubear la gestión del todavía presidente tripero, Gabriel Pellegrino, principal impulsor de su regreso al fútbol argentino.
Pero finalmente, este martes por la tarde, Maradona le falló a sus palabras -esas de que tantas veces se jactó defender- y dejó de ser el entrenador del Lobo tras enterarse de que Pellegrino no competirá en las elecciones del club del próximo 23 de noviembre, a la que presentarán únicamente dos listas opositoras a la actual gestión. Y si bien desde hacía varios días, Diego venía analizando la posibilidad de dejar el portazo y ayer lunes le había anticipado a sus dirigidos que se iría, había pedido tiempo hasta este martes para definir si dirigía al Tripero en las tres fechas que restan hasta el cierre del año o dejaría inmediatamente su cargo.
Terminó optando por la segunda opción -ante Arsenal dirigirá la dupla interina Messera-Martini, y en El Bosque, Diego Armando Maradona ya es historia: después de 8 partidos en los que logró apenas un 37% de efectividad fruto de 3 triunfos y 5 derrotas -4 de ellas como local-, el ex capitán de la selección argentina dijo adiós. Un adiós, tan previsible como abrupto.
"El que no salta es un inglés" cantó todo el Juan Carmelo Zerrillo aquel domingo 8 de septiembre mientras Diego Armando Maradona posaba como un Dios desde la mitad de la cancha ante los más de 20 mil hinchas triperos que dijeron presente al rayo del sol para darle la bienvenida al mejor jugador de todos los tiempos, ahora en su flamante -e improvisada- función de entrenador.
El cántico generalizado claramente tenía un único destinatario: Juan Sebastián Verón, ídolo de Estudiantes de La Plata y actual presidente del club pincha, sobre quien pesa un casi insoportable estigma de que en el mundial de Corea y Japón 2002, cuando vestía la camiseta de la selección Argentina y enfrentaba a Inglaterra, tiraba la pelota afuera en un par de ocasiones para beneficiar a los europeos, en años en que jugaba en el Manchester United, precisamente de la liga inglesa.
Recientemente operado de una sus rodillas y visiblemente imposibilitado de caminar con facilidad, pelota en mano, Maradona se unía al coro de hinchas del Lobo que no perdían ocasión, incluso en tan importante acontecimiento propio, de acordarse de su eterno rival y de paso enviarle alguna que otra dedicatoria a la "Brujita", fuertemente enemistado con Diego.
Ese día, Maradona volvió a pisar el verde césped de una cancha argentina después de casi una década, lapso transcurrido entre su conflictiva salida de la selección Argentina luego de que el ya fallecido presidente de la AFA Julio Grondona le pida remover algunos de sus ayudantes, a lo que el nacido en Villa Fiorito se negó y pegó el portazo.
9 años después de aquel alejamiento de la Albiceleste -renuncia de Riquelme al equipo mediante- Maradona fue tentado por Gabriel Pellegrino, presidente de Gimnasia y Esgrima, para regresar a la dirección técnica en su país y enderezar el rumbo del equipo, que marchaba (y aún marcha) en el fondo de la tabla de posiciones y al borde del descenso directo.
No porque el currículum de Maradona significase la gran cosa ni mucho menos. De hecho, venía de una última experiencia en el Dorados de Sinaloa, de la segunda categoría del fútbol mexicano y al que no logró subir a Primera. Pero tanto Pellegrino como sus secuaces estaban convencidos de que Diego era el indicado, más allá de sus éxitos o fracasos sentado en el banco de suplentes.
Y convencidos de ello, Maradona puso el gancho en una publicitada reunión que mantuvo junto al pope tripero y Matías Morla, su abogado y hombre de extrema confianza. Debutaría el fin de semana siguiente a la multitudinaria presentación ante el último campeón, Racing -también lo dirigió, en los años '90-, el domingo 15 de septiembre, y en busca de tres vitales puntos que le permitieran al equipo engrosar su magro promedio y también oxigenar su futuro.
Aquellos tiempos felices. Maradona posando junto al presidente de Gimnasia Gabriel Pellegrino y a su abogado Matías Morla luego de sellar su arribo al Lobo.
Como quien no quiere la cosa, el debut fue con derrota. 1-2 ante la Academia del Chacho Coudet a plena luz de domingo y estreno con el pie izquierdo para el Pelusa en el Lobo. Se trató, indudablemente, de una derrota, que quizá los hinchas no tomaron con tanta gravedad simplemente por tener a Maradona sentado en el banco. Creer o reventar.
A la fecha siguiente, el Diego y sus dirigidos viajaron a Córdoba para visitar al Talleres de Alexander Medina, que venía de ganarle en el Monumental a River, y marchaba bien en el actual torneo. Su primera salida de La Plata como DT estuvo marcada por el asedio periodístico y la fuerte necesidad de sus fanáticos de tenerlo cerca, aunque sea observándolo a través de la ventanilla del micro que traslada al plantel.
Curiosamente ante el Matador fue que Maradona había debutado profesionalmente como jugador, allá por 1977, cuando tenía apenas 17 años y buscaba hacerse un lugar entre los convocados por César Luis Menotti para el mundial del año siguiente. Y como era de esperarse, Talleres lo recibió con un multitudinario trapo colgado en una de sus coquetas tribunas y un ingreso a lo estrella que le permitió a un grupo de niños llevarse un saludo de manos del Diego.
En cancha, sus dirigidos no exhibieron una gran versión y el local se quedó con el triunfo por 2-1. Segunda derrota en igual cantidad de partidos, y primeros murmullos acerca de la falta de cosecha de puntos por parte de Diego Armando como entrenador del Lobo.
Luego le tocó enfrentar al River de Marcelo Gallardo, rival ante el que casi no opuso resistencia y le terminó propinando una derrota en condición de local por 2-0. "Con River no se puede", se excusó Diego al finalizar el partido. Hasta el momento llevaba sumados 0 puntos sobre 9 en juego, y la situación de Gimnasia era cada vez más comprometida.
Recién para el primer fin de semana de octubre llegaría el primer triunfo tripero de la mano del Diego: de visitante, ante Godoy Cruz por 4-2 y con un golazo de tiro libre de Víctor Ayala que el propio Maradona siguió atentamente sentado nientras sus principales asistentes, Sebastián Méndez y Adrián González bajaban línea a los jugadores.
Fue un triunfo que se festejó como un triunfo puertas adentro del plantel, con un Diego bailando, pese a sus limitaciones, en el vestuario junto a sus dirigidos. En el vuelo de regreso a La Plata, según aseguran, continuaron los festejos.
Al fin de semana siguiente tocaría Unión de Santa Fe, que le propinó otro golpe de local y a través de un ex tripero, Ezequiel Bonifacio, se llevó un triunfo del Bosque, sitio que no le venía sentando para nada bien a Gimnasia desde el arribo de Diego, pero ahora con consecuencias mucho más complejas.
Días después del triunfo electoral del binomio Fernández-Fernández que él mismo apoyó, Maradona también volvió a sonreír: 4-0 frente a Newell's en Rosario, tierra natal de Lionel Messi y en la que él mismo supo jugar allá por mediados de los '90, antes del dopaje en el mundial de EEUU.
El DT rival, Frank Darío Kudelka, explotó por la recibida a Diego, tanto por parte de las autoridades como del público. "Esta fiesta se podría haber hecho en otro momento", aseveró el ex Talleres post partido, visiblemente molesto, tanto por el 0-4 como por el aliento a Maradona en la antesala del pitazo inicial. Sin ir más lejos, desde la dirigencia leprosa le acercaron a Diego un trono desde el que siguió el partido, lo que fue considerado un "exceso" por la oposición rojinegra y algún que otro amante del fútbol.
Para el fin de semana siguiente tocaría Estudiantes de La Plata, clásico rival del Tripero, pero quien le lleva una considerable diferencia de partidos en lo que va del historial. Mateo Retegui, surgido de las filas de Boca e hijo de un histórico entrenador de Las Leonas, Chapa Retegui, le aguó la fiesta a los gimnasistas en una nueva edición del clásico platense que otra vez quedaba para los albirrojos. Dura derrota del Lobo en un partido al que no le faltó nada. Como no podía ser de otra manera, Maradona perdió el eje en varios pasajes del partido y en uno de ellos se cruzó feo con la Gata Fernández, referente del equipo rival. "¿Qué te hacés el guapo, si saltas un metro?", le tiró el campeón mundial '86 al ex River, que le retrucó: "¿Qué pasa, te gustan las cámaras?".
La discusión, para bien de ambos, quedó allí, aunque eso no evitó que fuese tema de debate nacional durante el fin de semana siguiente al triunfo kirchnerista en las urnas y la anticipada salida de Mauricio Macri, enemistado con Diego desde mediados de los noventa, cuando Mauricio dirigía las riendas del Xeneize y Maradona gastaba sus últimos cartuchos como futbolista.
Sin saberlo, el 10 de noviembre, el Pelusa dirigiría su último partido como entrenador de Gimnasia, frente a Aldosivi, en Mar del Plata, y que terminaría ganando el Lobo con otro contudente triunfo en calidad de visitante: 3-0 con goles de Coronel, Ramírez y García, a través de un penal que únicamente vio el árbitro.
En la conferencia de prensa post triunfo frente al Tiburón, Maradona sentenció: "El presidente me va a tener que echar para que me vaya. De Estancia Chica me tiene que sacar Gendarmería". Las frases, explosivas al estilo del Diego, resonaron fuertemente porque además respaldó sin titubear la gestión del todavía presidente tripero, Gabriel Pellegrino, principal impulsor de su regreso al fútbol argentino.
Pero finalmente, este martes por la tarde, Maradona le falló a sus palabras -esas de que tantas veces se jactó defender- y dejó de ser el entrenador del Lobo tras enterarse de que Pellegrino no competirá en las elecciones del club del próximo 23 de noviembre, a la que presentarán únicamente dos listas opositoras a la actual gestión. Y si bien desde hacía varios días, Diego venía analizando la posibilidad de dejar el portazo y ayer lunes le había anticipado a sus dirigidos que se iría, había pedido tiempo hasta este martes para definir si dirigía al Tripero en las tres fechas que restan hasta el cierre del año o dejaría inmediatamente su cargo.
Terminó optando por la segunda opción -ante Arsenal dirigirá la dupla interina Messera-Martini, y en El Bosque, Diego Armando Maradona ya es historia: después de 8 partidos en los que logró apenas un 37% de efectividad fruto de 3 triunfos y 5 derrotas -4 de ellas como local-, el ex capitán de la selección argentina dijo adiós. Un adiós, tan previsible como abrupto.
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