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Qué hace y cómo vive hoy Michael Jordan

Una miniserie de Netflix sobre su vida y éxitos deportivos abrió el interrogante de cómo pasa sus días y qué hace en la actualidad Michael Jordan, considerado por muchos como el mejor basquetbolista de todos los tiempos.


El auspicioso estreno de
The last dance, la serie original de Netflix que revive los inicios de Michael Jordan en el básquet y sus vertiginosos años en los Chicago Bulls disparó una duda a escala mundial: ¿qué hace y cómo vive hoy el mejor basquetbolista de todos los tiempos?

Retirado desde el 16 de abril de 2003, día en que vistió por última vez la camiseta de los Washington Wizards contra Philadelphia 76ers, la actualidad lo encuentra a Mike con 57 años recién cumplidos y viviendo una apacible vida.

Como jugador, desde su debut en los Bulls allá por la temporada 1984 luego de ser elegido tercer draft de la NBA, hasta su último partido, en abril de 2003 con los Wizards, Michael Jordan fue mucho más que un virtuoso jugador de básquet.


A los 40 años, con la tradicional camiseta n°23 en la espalda, colgó los cortos. Muchos intentaron asemejarse a él, pero nadie hasta el momento pudo lograrlo.

Dentro de la cancha, era digno de ser visto. Dueño de una potencia física y un porte atlético envidiable, en casi 20 años de profesionalismo rompió todo tipo de récord habido por haber. Inteligente, astuto, y sobre todo con una altísima cuota de talento a su favor, brilló en cada cancha que jugó. Y no solo eso: cambió para siempre la historia del básquet.

Era apenas un joven de 16 años cuando ya deslumbraba en California del Norte, la universidad en que jugaba. En la temporada ’82 del Campeonato de la NCAA le dio el título a su equipo con una canasta en el último segundo, lo que permitió vencer agónicamente a la Universidad de Georgetown y abrocharse la corona. Para aquel entonces, lo llamaban Mike y si bien era un jugador dominante, no lideraba su equipo ni tampoco muchos auguraban que años más tarde dejaría una huella imborrable en el mundo del baloncesto.


Jordan, en sus años de juventud en North California. Ya llevaba la n°23 en la espalda. A la postre se convertiría en el mejor baloncestista de todos los tiempos, incluso por encima de Will Chamberlain.

En 1984 se presentó al draft de la NBA, donde terminó siendo elegido en tercer lugar por los Chicago Bulls, equipo que hasta entonces nunca había ganado ningún anillo. El resto, es pura historia.

Convencidos en que Jordan tenía un don para dedicarse al básquet, los propietarios del club confiaron en él. Y no defraudó: pese a una lesión en uno de sus tobillos a poco tiempo de convertirse en profesional, rápidamente ganó consideración de sus compañeros y colegas del resto de los equipos.

Fueron 14 años interrumpidos de estadía en los Bulls -en octubre de 1993 anunció su retiro angustiado por la muerte de su padre, pero volvió en el ’95-, club en el que consiguió seis anillos de la NBA, ser premiado seis veces como MVP de las finales y otras cinco como MVP de la temporada.

Pero como se expresó anteriormente, Jordan fue mucho más que una joya del básquet. Fue también una inagotable fuente de ingresos, tanto para él, para los Chicago Bulls o para el sinfín de marcas que movían cielo y tierra para cerrar contratos de exclusividad con su imagen.

Cuando llegó a Chicago, en el ’84, varias firmas deportivas mantuvieron una fuerte disputa para vestirlo, pese a que recién arribaba a los Bulls y era apenas un joven sin demasiada trayectoria profesional. Terminó cerrando contrato de exclusividad con Nike por cinco años. Y no se equivocó. Ni él ni Nike, claro está.



El 7 de febrero de 1988, en el Concurso de Clavados de la NBA, el astro inmortalizó su talento con un salto que dejó a todos boquiabiertos. Ese día, Jordan se "hizo" logo.

En poco tiempo, Su Majestad explotó y en paralelo, la marca no dudó en diseñar un modelo de zapatilla basado en el jugador de los Bulls, las famosas Air Jordan, que se vendieron como pan caliente en todo el mundo.

Fue también cara de reconocidas marcas como Chevrolet, McDonald’s, Coca-Cola, Rayovac y MCI, entre otras. Todo esto mientras en la cancha deslumbraba a propios y extraños.

Incluso también le permitió a Warner Bros recaudar más de 200 millones de dólares con la famosa película Space Jam (1996), un filme de animación en que actuaba junto a Bugs Bunny y otros varios famosos personajes de la franquicia Looney Tunes. Cuatro años antes había participado del videoclip del single Jam, de Michael Jackson, en que se lo observa al Rey del Pop enseñándole a bailar al basquetbolista y al propio Jordan enseñando a Jackson cómo tirar al aro.

Tras su segundo anuncio de retirada, para la temporada 2000/01 eligió a los Washington Wizards para empezar a cerrar sus exitosos años como deportista. Primero eligió a los Wizards como dirigente, ya que en enero del ’00 asumió la presidencia operativa del club, cuyas decisiones tomadas en el cargo fueron aceptadas y otras varias no tanto.


En los Wizards, MJ fue dirigente y jugador. En 2003 dejó el básquet y también, su cargo en la gerencia.

MJ estaba convencido de que no volvería a jugar al básquet. Ahora dedicaba sus horas a la dirigencia deportiva de los Wizards y estaba próximo a cumplir 38 años. Sin embargo, en septiembre de 2001 anunció su regreso a las canchas, confirmando ante el mundo que donaría su para nada despreciable salario a las víctimas del atentado a las Torres Gemelas, ocurrido apenas dos semanas antes.

Claro está que Jordan a lo largo de sus dos décadas de jugador se mantuvo en excelente estado físico, aunque sobre el cierre de su carrera, una seguidilla de lesiones comenzaron a aquejarlo, por lo que se perdió varios partidos con su flamante club. Sin embargo, para estar próximo a cumplir 40 años de edad y 20 de carrera, registró buenas estadísticas, como por ejemplo haber estado presente de titular en los 67 partidos de la temporada 2002/03.

Pero como para aquel ’03, todo hacía presagiar que a su término, Jordan se retiraría, en muchos estadios se le realizaron homenajes al mejor basquetbolista de la historia. Curiosamente, los Miami Heat retiraron la camiseta n°23 usada por Jordan en sus años de profesional pese a que Michael jamás jugó un partido en ese club. Cosas como esas únicamente las generaba MJ, que verdaderamente estaba próximo a retirarse.


Mike hizo historia dentro y fuera de la cancha. Gozó de una fama mundial apenas comparable con la de Diego Maradona o Lionel Messi en el fútbol o Roger Federer en el tenis.

Con 40 años, el 16 de abril de 2003, jugó su último partido: fue ante los Philadelphia 76ers, con derrota para su equipo 87-115, en el que Jordan anotó 16 puntos y a falta de 1:44 para el cierre, anotó sus últimos dos tiros libres y luego salió de la cancha para ser ovacionado por todo un estadio.

Así, el mejor basquetbolista de todos los tiempos se retiraba con todos los honores posibles, incluidos los 32.292 puntos que anotó en sus 19 años de carrera y dos medallas olímpicas de oro con el Dream Team (Los Ángeles '84 y Barcelona '92), entre otras distinciones que hoy engalanan el living de Michael.

Y de aquel abril del ’03 hasta aquí, ¿qué hizo Jordan? Como anteriormente el básquet se lo impedía por contrato, una vez retirado, profundizó su pasión por las motocicletas. También se convirtió en jugador de golf, llegando a participar en varios torneos benéficos que compartía con su ex colega de los Bulls, Scottie Pippen -considerado por muchos el segundo mejor jugador de básquet de todos los tiempos- y también con Tiger Woods, el mejor golfista de todos los tiempos.

Una persona como Jordan jamás podía retirarse para siempre del deporte que lo consagró, claro está. En 2006 compró los derechos de los Charlotte Bobcasts, por lo que se convirtió en gerente del club, cargo que hasta hoy desempeña, pero en calidad de co-propietario.

¿Y su dinero? Una publicación de Forbes, en 2016, lo ubicó como el deportista más rentable del mundo, con una fortuna cercana a los 1.700 millones de dólares. Pero de más está decir que una gran parte de ese dinero lo ganó fuera de las canchas. Es más, hay quienes aseguran que Jordan, durante sus años de jugador de básquet, ganó 93 millones de dólares.

Esto explica la enorme rentabilidad que tuvo y aún tiene su imagen personal. A sus años de cara de marcas como Nike o McDonald’s, se le suma que en la actualidad, Michael continúa generando cuantiosos ingresos a sus finanzas por su marca de ropa Jordan Brand, con la que viste a atletas de deportes de todo el mundo; por sus acciones en los hoy Charlotte Hornets y por otros varios negocios en los que se encuentra involucrado: es dueño de seis restaurantes, propietario de una concesionaria de autos que lleva su nombre, tiene activos en una empresa de salud y desde 2016 invierte en los E-Sports (una famosa plataforma de deportes electrónicos a nivel mundial).


Jordan, en el episodio estreno de The last dance, la miniserie de Netflix que recrea parte de su vida.

Como se dijo líneas más arriba, el éxito personal de Jordan no refiere únicamente a sus años como deportista, ni muchos menos. Cuando jugaba al básquet supo cerrar cuantiosos contratos que le auguraron un futuro económico de por vida. Y cuando se retiró, hasta hoy, supo proyectar con mirada de meticuloso empresario cuanto contrato firmó, tal como seguramente seguirá haciendo. Estuvo bien rodeado siempre, claro está. Pero él también supo amoldarse a los vaivenes del mercado privado, y valerse de una fortuna que hoy muchos ubican alrededor de los 2.100 millones de dólares, cifra muy lejos de los 127 millones de dólares que embolsó Lionel Messi en 2019 jugando para el Barcelona de España y la selección Argentina.

Incluso en 2006, cuando se divorció de Juanita Vanoy, la madre de tres (Jeffrey, Marcus y Jasmine) de sus cinco hijos, salió “ganando”. A su flamante ex de entonces le cedió en mano 170 millones de dólares, número que ni por asomo afectaron sus finanzas.

Por eso, ante el exitoso estreno de la miniserie de Netflix que narra sus inicios en el deporte en que muchos lo relegaban por su 1.80 de estatura (relativamente bajo para un jugador de baloncesto) y su última temporada en los Chicago Bulls, la duda acerca de qué hace Michael Jordan y cómo aún continúa engrosando su cuenta bancaria, supone estar respondido. ¿No se puede quejar Mike, verdad?

Agradecemos a Jorge Luna Arrieta por su aporte.

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