Aquellos tiempos felices. Artime y Orfila, en Alberdi después del triunfo en las urnas del "Luifa". Tres meses fueron suficientes para que el pope celeste "eche" al DT uruguayo.
Apenas 90 días duró la experiencia de Alejandro Orfila Colmenares como DT de Belgrano.
Dicha cantidad de días transcurrieron desde aquella tarde del domingo 7 de febrero en que apenas horas después de ganar la presidencia venciendo a Armando Pérez, el presidente electo, Luis Fabián Artime anunciaba al uruguayo como nuevo entrenador del "Pirata" luego del fracaso que significó siquiera haber clasificado al Reducido por el segundo ascenso en el anterior torneo y la tarde del último sábado en que tras la derrota 0-1 a manos de San Martín de Tucumán, la Comisión Directiva le pidió que dé un paso al costado en medio de una fuerte crisis.
Es que si bien Orfila era el elegido por el "Luifa" en su primera experiencia en el mundo del fútbol -nunca antes había ocupado cargos como entrenador o manager- tras colgar los botines para devolver a Belgrano a Primera División, lo cierto es que la apuesta salió mal. Muy mal.
De 44 años, el entrenador charrúa contaba en su currículum con algunos puntos para destacar previo a su arribo a Alberdi: un ascenso con Atlanta, en 2019, de la Primera B Metropolitana a la B Nacional. A fines de ese año oficializó su salida de Villa Crespo y asumió la dirección técnica del Defensor Sporting de su país natal, donde los resultados no acompañaron demasiado: seis triunfos, siete empatados y seis derrotas, lo que equivale a un 43,86% muy lejos del 66,67% obtenido en el Bohemio.
Empujado por los malos resultados, debió dejar su cargo en Defensor Sporting, en noviembre del año pasado, por lo que hasta el triunfo de Artime se encontraba sin club.
Estaba claro que de ser electo, el "Luifa" ya tenía cerrado el nombre de quien iba a tomar las riendas del plantel profesional de fútbol: Alejandro Orfila, con quien compartió plantel en Tigre, en 1999, en épocas en que el ídolo pirata empezaba a gastar sus últimos cartuchos y el charrúa llevaba apenas un año como futbolista.
Y así fue como Artime destronó al oficialismo dividido en Alberdi por más de 15 puntos, festejó eufóricamente el triunfo en las urnas y al día siguiente recibió a los medios de prensa sobre el verde césped del Gigante para oficializar la contratación de Orfila como DT y el nombramiento de Mauro Iván Óbolo, otro ex Belgrano, como cabeza del directorio deportivo abocado al área Fútbol del club.
Pero la experiencia de Orfila como animador celeste duró apenas nueve partidos. Sí, nueve partidos. Es decir, menos del 30% del actual torneo de la Primera Nacional que consagrará a un equipo después de transcurridas 34 fechas.
Sus nueve presencias en el banco celeste arrojan tres triunfos, dos empates y cuatro derrotas, un total de 11 puntos sobre 27 en juego y apenas 2 sumados de los últimos 18, con el "agravante" de no haber conocido la victoria en las últimas seis fechas (empates vs. Atlanta y Chicago y derrotas vs. Mitre, Chacarita, Almirante Brown y San Martín de Tucumán), arrojando un pálido 40,74% de efectividad y con un Belgrano hoy ubicado en el 6° puesto de la tabla, a dos de Riestra, el último que hoy jugaría el Reducido.
Y si bien a decir verdad uno podría acotar que encontrarse sexto en una tabla de 17 equipos no está mal y menos aún teniendo en cuenta la diferencia con Riestra, lo cierto es que el ciclo de Alejandro Orfila en Belgrano tenía olor a fin desde hace tiempo.
Belgrano ganó las primeras tres fechas, ante Tigre, Alvarado y Estudiantes de Caseros, partidos en los que en ningún momento llegó a jugar bien pero que conseguía ganar -siempre por la mínima diferencia de gol-, algo que en el hincha "caía bien" o en su defecto lo dejaba contento, sin detenerse demasiado en el rendimiento del equipo.
Pero tras el triunfo ante el Pincha, llegaron las pálidas de a montones: el Pirata no solo seguía jugando mal sino que además los marcadores empezaban a reflejar el apático andar del equipo en la cancha. Se profundizaron las carencias, los refuerzos -muchos de ellos con pasado en Ferro o Atlanta, con Orfila como DT- seguían sin ejercer peso, a Vegetti el arco se le cerró completamente (lleva un gol en nueve juegos) y para colmo, entremedio hubo un brote de Covid que sacudió al plantel y obligó al DT apostar por varios pibes de la Reserva, muchos de ellos sin experiencia, para tapar esos baches.
Ni por aquí ni por allá, las soluciones aparecieron y ya tras el espantoso partido que jugó Belgrano hace una semana en Isidro Casanova frente a Almirante Brown, Orfila quedó en la cuerda floja. A tal punto de que horas después brindó una conferencia de prensa ante medios acreditados y azotado por las preguntas, negó que su continuidad dependiera de cómo saliera Belgrano ante el Santo tucumano.
Sin embargo, y tal como se preveía, un resultado adverso frente al Ciruja definiría la suerte del entrenador nacido del otro lado del charco: Belgrano volvió a jugar mal -pateó una sola vez al arco en 90 minutos-, perdió por la mínima y en cuestión de minutos se oficializó la salida de Orfila del banco celeste, "de común acuerdo", según acercaron desde Arturo Orgaz y La Rioja.
Y así fue como tres meses fueron suficientes para Alejandro Orfila al frente del barco celeste, del que se hizo cargo empujado por el triunfo eleccionario de Artime, quien no dudó en que el uruguayo era el hombre que necesitaba el plantel profesional de fútbol para aspirar por la vuelta a Primera después de dos años en el ascenso.
Las estadísticas marcan que el uruguayo de 45 años alcanzó apenas un 40,74% -el peor de sus años como entrenador apenas detrás del obtenido en Ferro (40,23%)- de efectividad dirigiendo a los de Alberdi: tres triunfos, dos empates y cuatro derrotas, seis goles convertidos y ocho recibidos, números más que alarmantes que a tres meses exactos de su arribo le abrieron la puerta de salida.
Tan fugaz como olvidable, así fue el paso de Alejandro Orfila como DT de Belgrano. Una apuesta que salió mal, y en Belgrano esperan no pagar caro a futuro, aunque más allá de la decepción propia de la falta de resultados, da la impresión de que puertas adentro se tomó una decisión a tiempo, sin mayores especulaciones: en el fútbol de hoy, los resultados mandan. Y a Orfila no lo acompañaron. Por eso, la salida, aunque sobre el aire aún sobrevuela el interrogante: ¿fue únicamente responsabilidad del ahora ex DT lo ocurrido?
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